Las abuelas sostienen que la comida más importante del día es el desayuno. La frase parece un cliché, pero los nutricionistas se han encargado de reforzar esa afirmación. No solo hay que balancear los alimentos, también hay que dedicarle un buen tiempo a esta actividad.
Muchas veces la somnolencia de las primeras horas de la mañana o la prisa por llegar al trabajo condicionan que comamos poco o nada, circunstancia que conlleva una disminución de la atención y del rendimiento escolar o laboral.
En el mejor de los casos tomamos una taza de café, y si tenemos un par de minutos más, podemos comer un pan. La mayoría de veces ni siquiera nos sentamos y así, parados, mientras terminamos de arreglarnos, damos por finalizado nuestro desayuno. A todas luces un error. Según los especialistas, hay que dedicarle un aproximado de 10 o 15 minutos a la primera comida del día.
Según la web Chile.com, un adecuado desayuno no solo contribuye a mejorar el rendimiento físico e intelectual. Además, evita el consumo de alimentos fuera de horario, factor muy importante a la hora de controlar el peso.
“Un desayuno sano y equilibrado no solo contribuye a la salud corporal de los seres humanos, también se ha comprobado que ayuda en el rendimiento físico e intelectual. Las personas que omiten esta comida ponen en marcha una serie de mecanismos para mantener la glicemia (nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en nuestro rendimiento”, afirmó la web.
Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de los límites saludables, puesto que el hecho de repartir las calorías durante el día en cuatro o cinco comidas, ayuda a que no se sobrecargue ninguna de ellas y el aporte extra no se almacene.
BUEN DESAYUNO
Un desayuno equilibrado debiera proporcionarnos un 25% de las calorías totales necesarias del día. Si nuestra dieta es de 1.500 calorías diarias, deberíamos consumir 375 por las mañanas.
Los lácteos o sus derivados “son la principal fuente de calcio, mineral necesario durante todas nuestras etapas de la vida. Consumirlos ayuda a evitar los problemas óseos que ocurren en la adultez”. Por su parte, las frutas aportan vitaminas, antioxidantes, fibra y gran cantidad de agua.
El pan o los cereales “nos entregan hidratos de carbono, energía esencial para empezar el día. Es importante preferirlos integrales, se absorben más lentamente y mantienen la sensación de saciedad por más tiempo”.
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